jueves, 14 de agosto de 2008

Segunda pifia: Fuga de agua en una tubería


Pues sí, no tardó en aparecer la segunda pifia. Creo que fue al segundo día de mudarnos a nuestra nueva casa cuando los vecinos llamaron a la puerta diciendo que les había aparecido una mancha de humedad en su pared, que daba la casualidad que era nuestra medianera. Iba a decirles que no sacaran conclusiones precipitadas, porque a mí en principio, más que una gotera, me pareció una cara como las de Belmez (la verdad es que la mancha se le daba un aire a Camilo Sexto). Pero no llegué a terminar la frase. Mi mujer estaba señalando con el dedo a una pequeña mancha de humedad justo en nuestro lado de la pared, donde los vecinos también tenían su mancha. En el tiempo que tardamos en preguntarnos de dónde provenía la humedad, la misma se hizo más grande, y amenazaba ya con acercarse al cuadro de la luz.
Llamamos inmediatamente a la constructora, quien nos “tranquilizó” diciendo que “ya mandaría a un fontanero”, “que no podía enviarlo ese mismo día ya que era viernes”, así que, por lo menos “hasta el lunes no podría venir a verlo”.
Gracias a nuestra gran pericia en el arte de la negociación (nos habíamos quedado con la cara de la representante de la constructora y sabíamos dónde vivía y cuál era su coche), conseguimos que esa misma tarde nos enviara no sólo un fontanero, sino también un albañil.
Ya que la mancha de humedad había sido descubierta antes por nuestros vecinos, supusimos que había aparecido antes en su pared, lo que nos llevó a la conclusión de que la fuga de agua causante de dicha humedad pudiera provenir de su vivienda, así que el albañil comenzó a picar en su pared. Después de abrir un boquete, apareció el tubo de la bajante del baño de la planta de arriba, que “aparentemente” estaba bien. Digo “aparentemente” porque faltaba mirar por el otro lado del tuvo, es decir, el que daba a nuestra pared. Así que al final no nos libramos tampoco del boquete, y ahí apareció el “pufo”: el tubo de la bajante del baño tenía un agujero por el cual se filtraba el agua, y de ahí las manchas de humedad.
Al parecer, al hacer la roza para el conducto de electricidad, algún obrero picó accidentalmente sobre el tubo de la bajante. Pero en vez de repararlo (como cualquiera con dos dedos de frente hubiera hecho), el constructor no quiso complicarse y dejó eso ahí a ver si con el tiempo se cerraba solo.
Así que nada, ahí nos tocó estar varios días con un “estético” boquete en la pared por el que asomaba el tubo de la bajante, hasta que al final “se acordaron” y fueron a taparlo y a pintar la pared.
A pesar de todo, me quedó un consuelo: que a esta gente le dio por dedicarse a la construcción y no a la cirugía.

No hay comentarios: