domingo, 26 de octubre de 2008

¿Y quien arregla ahora las chapuzas?


Esta es la contestación que recibí de la constructora al último de los burofaxes que le remití (con el dinero que me he dejado en los dichosos burofaxes bien hubiera podido dar la entrada para otra casa).
Como ya he relatado en entradas anteriores, la constructora me propuso un "arreglo amistoso", en el sentido de que reconocía la existencia de desperfectos en mi vivienda y les daba una solución (o mejor dicho, les daba "su solución"), con la condición de que si volvía a aparecer algún otro defecto más en mi casa, se los fuera a reclamar al tío que tiene el puesto de castañas asadas en la plaza del pueblo, porque ellos ya no iban a responder.
Pues bien, a pesar de que rechacé y no firmé su propuesta de "escaqueo" amistoso, la constructora, en un alarde de "buena voluntad", me envió a su personal más cualificado para reparar los desperfectos:
- al albañil de la escalera y del bote de silicona para sellar las grietas (las grietas ahí siguen, pero por lo menos me ha servido para hacer una adaptación de la adivinanza esa que dice ¿en qué se parece un albañil a un bote de silicona y a una escalera?: el albañil y el bote de silicona en nada, y la escalera es para despistar).
- a dos tipos bombeando espuma de poliuretano desde un camión grúa de los que usan los electricistas para cambiar las bombillas del alumbrado público. En lugar de colocar un andamio en el solar colindante, que hubiera sido lo más sensato, aparcaron el camión grúa en la calle y desde allí proyectaron la espuma como pudieron y hasta donde dio de sí la grúa. Resultado: al final cayó más espuma de poliuretano en el patio trasero de la casa que en la pared, de modo que el aislante que me proyectaron tiene la misma capacidad para repeler la humedad que las servilletas de los bares.
- finalmente, un carpintero vino a revisarnos las puertas: nos dijo que dejarían de rozar con el suelo en cuanto encendieramos la calefacción, ya que con el frío las puertas se hinchan, así que no era necesario cepillarlas. Claro, que me va a salir más barato quitar las puertas que tener encedidos todos los radiadores de la casa durante el invierno. En cuanto a un par de molduras que estaban mal encajadas, como el hombre no traía el compresor para la pistola de clavos, decidió también recurrir a la silicona para "disimular" el hueco que quedaba entre la moldura y la pared (con tanta silicona ya no sé si la casa nos la ha construido una empresa de construcción o los de Corporación Dermoestética).
En resumen: la casa sigue teniendo humedades (cada vez que llueve sale una nueva gotera; la pared del salón tiene ya tantas manchas de humedad que bien pudieran pasar por pinturas rupestres como las de las cuevas de Altamira, si no fuera porque una de ellas parece la silueta de Manolo el del Bombo); las puertas siguen rozando en el suelo; las ventanas siguen produciendo charcos de condensación...
Claro que, como dice el abogado de la constructora que algunos de los defectos que indico "son ajenos a la actuación de su mandante", habrá que responsabilizar de ellos a las inclemencias del tiempo. Así que, si la constructora "no tiene obligación de responder"... ¿a quien demandamos? ¿al hombre del tiempo?. Lo malo es que ahora tampoco se va querer hacer cargo de las reparaciones Jose Antonio Maldonado, ya que seguro que alega que está exento de responsabilidad por prejubilación.

viernes, 17 de octubre de 2008

Respuesta al Burofax






Parece ser que conmovida por nuestras reiteradas súplicas para que reparara los defectos de nuestra casa (aunque creo que le motivó más el par de burofaxes que le mandé exigiéndole la inmediata reparación de esos defectos "con apercibimiento de ejercitar las acciones legales correspondientes"), la constructora se dignó en enviarme esta propuesta de arreglo "amistoso" del conflicto que no tiene desperdicio.
Bueno, la verdad es que a la primera página no le puse ninguna pega, pues es cierto lo que en ella se contiene (salvo lo de reconocer que la constructora tenga “capacidad” de obrar, que ahí tengo mis reservas).
La cosa ya cambió cuando llegué al apartado de “Acuerdan”. Al principio me alegré, pues parecía que por fin la constructora daba la cara, reconocía sus errores y se comprometía a arreglar los defectos de la vivienda. Pero el color de cara me cambió cuando comencé a leer el punto segundo, en el que mi aceptación al ofrecimiento de arreglo amistoso de la constructora conllevaba que mi casa ya quedaba “en perfecto estado” y que, por tanto, no volvería a realizar en el futuro ninguna otra reclamación. O lo que es lo mismo: si firmaba su propuesta, me iban a hacer un arreglo chapucero (en su línea), con cuatro “parches” de silicona, y si a los cuatro días volvían a aparecer los defectos, pues que me buscara la vida. Mi primera reacción fue llamar a la constructora y decirle que, puestos a poner cláusulas abusivas, añadieran un tercer punto, en virtud del cual, “al aceptar el ofrecimiento, yo reconocía expresamente que soy el asesino de Kennedy”.
Lógicamente, esta propuesta de “arreglo amistoso” no la firmé, pero me puede venir de perlas para el juicio.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Mi reclamación por burofax





Bueno, pues este documento que acabo de colgar es el primero de los tres burofaxes que remití a mi querida Promotora y Constructora, a la vista de que por las buenas no atendían mis reclamaciones y pasaba el tiempo sin que terminaran de reparar los desperfectos de mi vivienda. Para que luego digan que no les he dado oportunidad de llegar a un arreglo amistoso.
Siempre que comunicaba de palabra los defectos y desperfectos advertidos, la promotora estaba dispuesta a repararlos, diciendo que mañana enviaría a éste, a aquél… pero pasaban los días y por ahí no aparecía “ni Paco el churrero”. Y al final pasa lo que pasa: que uno se acaba mosqueando. Que te das cuenta de que los listos de la promotora lo que pretenden es que pasen los plazos de la garantía para que luego no puedas reclamarles. Y claro, si sólo has reclamado de palabra, a ver como demuestras luego que has hecho esa reclamación dentro del plazo de garantía.
Por eso me recomendaron hacer una lista con todos los defectos y anomalías detectadas, y comunicárselo a la Promotora vía burofax certificado con acuse de recibo. Y ello porque si la reclamación finalmente tiene que seguirse por vía judicial, es necesario acreditar que dichos defectos y anomalías han aparecido dentro del periodo de garantía. Y ese es precisamente el fin del burofax: comunicar fehacientemente al Promotor la existencia del defecto, para darle la oportunidad de repararlo voluntariamente, pero sobre todo dejar constancia de que el defecto ha aparecido dentro del periodo de garantía que le corresponde.

sábado, 11 de octubre de 2008

Ventanas que silban


Una mañana nos encontrábamos plácidamente en el salón de casa cuando de repente … ¡hostias!, ¡alguien se ha colado en casa! Y vaya desfachatez, en vez de hacerlo sigilosamente, se había puesto a silbar. Vamos, que se estaba recreando.
Subimos hacia el dormitorio, de donde provenía el ruido, armados con lo primero que pillamos en el salón por si había que defenderse: mi mujer con un cenicero y yo con el gato. Tras ese rato de tensión que pasamos y después de registrar el dormitorio sin que afortunadamente encontraramos a nadie en él, descubrimos el origen de los silbidos: el aire del exterior entraba a través de la puerta del balcón. Lo gracioso es que la puerta estaba cerrada. Por lo visto, los encargados de la carpintería metálica, por no ser menos que el resto de operarios que pasaron por nuestra casa, también dejaron su “sello”, y ajustaron puertas y ventanas “a su manera“. La verdad es que al principio, eso de que cada vez que hacía un poco de aire la puerta del balcón silbaba, era curioso, incluso divertido: a veces trataba de adivinar la canción que silbaba, incluso he llegado a hacerle los coros. Pero en vista de que esto se hacía ya un poco pesado -sobre todo cuando tienes que dormir-, no tuvimos más remedio que “molestar” a la constructora y comunicarle el hecho. Como siempre, éstos tienen soluciones para todo; nos vinieron a decir, literalmente, que “cuando haga aire, no subáis la persiana”. ¡Menudos cerebros ha dejado escapar la NASA! Sólo les faltó darme un remedio casero infalible contra mi alergia al polen: “cuando llegue la primavera, no respires“.
Les contestamos cortésmente que de buena gana bajaríamos la persiana, si no fuera porque hay un inconveniente: la persiana no baja. Y es que la mayoría de los tiradores de las persianas de nuestra casa están de adorno, puesto que rara es la persiana que no hay que empujarla hacia abajo desde el exterior con la mano para logar que baje. Parece ser, según nos comentó un entendido en carpintería metálica, que al echar el monocapa de la fachada, hicieron presión en los cajones de las persianas, y eso impide que bajen correctamente.
Por cierto, en la parte inferior de la fotografía se aprecia lo bien que nos remataron el rodapié situado a lo largo de la puerta del balcón. Supongo que se quedarían sin adhesivo y estas baldosas las pegaron con saliva.
Lo dicho: ¡unos genios!