sábado, 11 de octubre de 2008

Ventanas que silban


Una mañana nos encontrábamos plácidamente en el salón de casa cuando de repente … ¡hostias!, ¡alguien se ha colado en casa! Y vaya desfachatez, en vez de hacerlo sigilosamente, se había puesto a silbar. Vamos, que se estaba recreando.
Subimos hacia el dormitorio, de donde provenía el ruido, armados con lo primero que pillamos en el salón por si había que defenderse: mi mujer con un cenicero y yo con el gato. Tras ese rato de tensión que pasamos y después de registrar el dormitorio sin que afortunadamente encontraramos a nadie en él, descubrimos el origen de los silbidos: el aire del exterior entraba a través de la puerta del balcón. Lo gracioso es que la puerta estaba cerrada. Por lo visto, los encargados de la carpintería metálica, por no ser menos que el resto de operarios que pasaron por nuestra casa, también dejaron su “sello”, y ajustaron puertas y ventanas “a su manera“. La verdad es que al principio, eso de que cada vez que hacía un poco de aire la puerta del balcón silbaba, era curioso, incluso divertido: a veces trataba de adivinar la canción que silbaba, incluso he llegado a hacerle los coros. Pero en vista de que esto se hacía ya un poco pesado -sobre todo cuando tienes que dormir-, no tuvimos más remedio que “molestar” a la constructora y comunicarle el hecho. Como siempre, éstos tienen soluciones para todo; nos vinieron a decir, literalmente, que “cuando haga aire, no subáis la persiana”. ¡Menudos cerebros ha dejado escapar la NASA! Sólo les faltó darme un remedio casero infalible contra mi alergia al polen: “cuando llegue la primavera, no respires“.
Les contestamos cortésmente que de buena gana bajaríamos la persiana, si no fuera porque hay un inconveniente: la persiana no baja. Y es que la mayoría de los tiradores de las persianas de nuestra casa están de adorno, puesto que rara es la persiana que no hay que empujarla hacia abajo desde el exterior con la mano para logar que baje. Parece ser, según nos comentó un entendido en carpintería metálica, que al echar el monocapa de la fachada, hicieron presión en los cajones de las persianas, y eso impide que bajen correctamente.
Por cierto, en la parte inferior de la fotografía se aprecia lo bien que nos remataron el rodapié situado a lo largo de la puerta del balcón. Supongo que se quedarían sin adhesivo y estas baldosas las pegaron con saliva.
Lo dicho: ¡unos genios!

No hay comentarios: