martes, 16 de septiembre de 2008

El grifo


Después de un día de juerga, en el que posiblemente se sopló media producción anual de la Mahou y remató mezclando el DYC con el orujo, parece ser que a alguien le surgió una duda existencial, y se planteó si irse a dormir “la mona” o a colocar un grifo. Y desgraciadamente se decantó por la segunda opción. Es la única explicación que le encuentro a la forma en que nos colocaron el grifo de la bañera. Los de la constructora nos dijeron que “no era para tanto”, “que apenas se notaba”. Hombre, en cierto modo tenían razón, porque si entras de noche al baño, sin encender la luz, apenas se percibe la chapuza. Pero mi mujer y yo tenemos el defecto de ser un poco “tiquismiquis” (además de tener la manía de encender la cuando entramos de noche al baño), así que exigimos a la constructora que nos dejaran el grifo un poco más decente. Nos dijeron, como siempre, que tranquilos, que ya avisarían al fontanero. Al cabo de varios meses, viendo que éste no llegaba, decidimos llamar de nuevo a la constructora, no ya preocupados por el grifo, sino por el fontanero, por si se había perdido o había decidido ir a casa dando un giro por Nueva Guinea. Lo cierto es que al final la constructora no avisó a ningún fontanero, y se niega a la reparación diciendo que lo del grifo es culpa nuestra, por “mal uso”. Pues nada, de momento mi mujer y yo estamos solicitando información para hacer un máster sobre “apertura y cierre de griferías en general”.

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