domingo, 9 de noviembre de 2008

El Libro de mi edificio


Que nadie se lleve a engaño. El hecho de que haya colocado aquí esta etiqueta de Anís el Mono no quiere decir que todavía me dure la cogorza del fin de semana. La he colocado porque, como dice esa frase del gran Chiquito de la Calzada: "todo el mundo tiene un Libro del Edificio menos yo, que tengo una etiqueta de anís del mono".
Bueno, en realidad yo estoy peor, que no tengo ni eso.
Claro que con otra etiqueta de estas debe andar la promotora-constructora de mi vivienda, pues deduzco que no conocen la legislación en materia de edificación, en concreto, el artículo 7 de la Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de Ordenación de la Edificación, que prevé que "finalizada la obra, el Libro del Edificio será entregado a los usuarios finales del edificio". Por su parte, la Exposición de Motivos del Decreto 81/2007, de 19 de junio, por el que se regula el Libro del Edificio para edificios destinados a vivienda en Castilla-La Mancha, define dicho Libro como "un instrumento que recoge toda la información precisa para conocer en todo momento las características físicas, técnicas y jurídicas del edificio, con una doble finalidad: por un lado, conservar y aumentar su vida útil mediante las instrucciones de uso y mantenimiento, y por otro lado, servir como instrumento jurídico para hacer valer los derechos de los usuarios finales, al recoger las distintas obligaciones que pesan sobre los distintos agentes del proceso edificatorio, siendo de gran trascendencia para conocer la génesis del edificio y del procedimiento constructivo". Establece asimismo el artículo 5 de dicho Decreto que "el Libro del Edificio deberá entregarse por el promotor al propietario del edificio previa o simultáneamente a la entrega de las llaves y en todo caso, antes de la ocupación o toma de posesión de las viviendas".
Pues bien, a pesar de las reiteradas peticiones para que la promotora nos entregara el dichoso libro (así se reflejó también en los tres burofaxes que le envié), ésta sólo respondió por email diciendo que me mandaban "el certificado de final de obra en el que se especifica que no hay libro de órdenes ya que se estravio (sic) en el transcurso de la obra". En resumen: que el Libro del Edificio lo tenían "estraviado" como el diccionario.
Y se quedaron tan anchos. Cuando les aclaré que el libro de órdenes no es lo mismo que el libro del edificio, pues en el primero se recogen una serie de anotaciones e incidencias surgidas durante el curso de la obra, y que luego se integrará como parte de la documentación en el libro del edificio, me respondieron que "sí, que hacía muy buen día, pero que lo mismo cambiaba el tiempo para el fin de semana". Vamos, que dando largas, por no perder la costumbre.
Ojalá nos hubieran dado una etiqueta de anís del mono; por lo menos dispondríamos de más documentación sobre la vivienda de la que tenemos.

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